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Se dice que en la época victoriana, del siglo XIX a principios del siglo XX, las botellas de perfume a menudo estaban hechas de vidrio prensado, con bordes plateados y tapones de vidrio tallado o todo de vidrio tallado.

En general, el cliente compraba la botella vacía y la llenaba un químico o perfumista, ya que las botellas de perfume llenas todavía no estaban en el mercado y quienes buscaban fragancias diversas, podían variar haciendo uso de la misma botella cada vez.

La variedad de formas era enorme. Las botellas de perfume más grandes se hicieron en forma de decantadores para una mejor aplicación. En la década de 1870 apareció un nuevo diseño, la botella de doble punta. Esta era una botella cilíndrica delgada con una superficie redonda o poligonal. Algunos fueron producidos en vidrio transparente, algunos de color azul oscuro, rojo, verde o amarillo.

En cada extremo había tapas plateadas que estaban muy trabajadas o moldeadas. La mitad de la botella era para perfume y generalmente tenía un tapón de rosca, mientras que el otro extremo tenía bisagras, a menudo con resorte para un acceso rápido, y para oler el perfume. La producción de botellas de perfume continuó hasta el siglo XX, aunque se hizo más habitual comprar el aroma en botellas ya que el consumismo hizo posible conseguir diversas fragancias en frascos ya llenos en las casas de cosméticos que fueron producidos a granel al llegar la revolución industrial.

Luz Milenaria.-